Se ha hablado de que, tal vez, el mercado rosa impacta de manera positiva la economía y que un segmento de la población LGBTI supone una serie de prospectos con alto poder adquisitivo. Sin embargo, el tema tiene aristas más allá de lo monetario. Se trata de un tema de empatía y respeto por la diferencia. A pesar de que la minoría representa un segmento importante en la economía, también es uno de los más desconocidos y vulnerados.
La conmemoración del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia nos recuerda que el apoyo a las minorías no puede darse de una manera interesada. Es importante que exista una convicción honesta por la aceptación de la diversidad en formas de ser y amar. La inclusión es un tema que también le concierne a las organizaciones y a la economía.
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Si bien los ecosistemas empresariales deberían pensar en la inclusión de una manera multidimensional y abordar los climas organizacionales y las políticas de inclusión para la población LGBTI que ingresa al mundo laboral, también resulta interesante ahondar en la influencia del mercado rosa en la economía.
Además de la creación de políticas públicas para la población LGBTI, una economía incluyente también se caracteriza por la contratación de talento diverso y la presencia de entornos laborales que acepten la diversidad y promuevan el respeto con sus colaboradores.
Lamentablemente, la población LGBTI es víctima constante de discriminación. De acuerdo con la ONU, una de cada cinco personas LGBTI denuncian haber experimentado discriminación en su lugar de trabajo. También se sugiere que las tasas de depresión y desocupación son más altas en la minoría LGBTI.
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Además de ser un agravio contra la dignidad, la discriminación cuesta: las empresas que no velan por la inclusión se pueden ver afectadas por la reducción de la mano de obra, fuga de talento y disminución de la productividad. La homofobia, la transfobia o la bifobia pueden costar hasta 32 millones de dólares al año, un valor equivalente a la economía de la India. Esto también se traduce en menos recursos para salud, educación e ingresos fiscales.
Entendemos que la población LGBTI tiene maneras distintas de nombrar las formas de ser y querer. Por lo tanto, es improbable y poco ético estandarizar a la minoría por tendencias. Pero también consideramos que vale la pena analizar las conductas de consumo de la minoría para acercarnos a soluciones para establecer una economía incluyente.
Por ejemplo, económicamente se resalta la existencia de los consumidores con capacidad adquisitiva, o también llamados Dinky (double income/no kids yet). En este perfil se encuentran las parejas de adultos que cuentan con ingresos que pueden ser destinados a mejorar su calidad de vida.
Una de las iniciativas que busca apoyar a la minoría es egoCity que además de ser una plataforma de comunicaciones, según su director Marco Jara, pretende “ser la primera tienda ecommerce enfocada en productos y servicios para la población para que todas aquellas personas que necesiten una plataforma de ventas lo puedan hacer por medio de una tienda como la nuestra”.
En la Maratón del Optimismo, tuvimos la oportunidad de conversar con Marco Jara, quién nos explicó en mayor detalle el perfil del consumidor rosa.
A la par de la lucha de la población LGBTI por sus derechos, también ha ganado un lugar importante en la economía. Le exclusión de la minoría tiene efectos sobre la vida de una persona LGBTI, pero también en sus condiciones económicas.
Según el Banco Mundial “la exclusión es algo difícil de soportar psicológicamente, por supuesto, pero también tiene algunas repercusiones prácticas: un conjunto cada vez mayor de pruebas muestra que la discriminación contra la comunidad LGBTI se traduce en un menor nivel educativo, mayores tasas de desempleo y peores resultados de salud”.
El Banco Mundial también afirma que las personas de la minoría LGBTI tienen más probabilidades de tener un exceso de representación entre el 40% más pobre de la población.
No obstante, estas cifras divergen con las cifras de gasto de la población LGBTI en el mundo. Es muy probable que las estadísticas de gasto se refieran a un segmento específico de los LGBTI, un conjunto que comprende a las personas con altos ingresos económicos y que se han desarrollado profesionalmente.
De acuerdo con la consultora LGBT Capital, en 2018, la minoría movió cerca de $3,6 billones de dólares en el mundo, una cifra que puede equivaler al PIB de Alemania.
En cuanto a América Latina, Colombia ocupa el cuarto lugar de gasto de la población LGBTI con $16 mil millones de dólares. El creciente gasto de la minoría se debe a distintos factores, incluido el desarrollo de políticas públicas de atención a la población, la visibilidad y la apertura de espacios enfocados en este segmento.
Es decir, conforme se van creando más leyes para la protección de los derechos de la población LGBTI, las condiciones socioeconómicas de la minoría pueden mejorar. Lo que implica beneficios en todas las esferas de una sociedad y un esfuerzo de las instituciones por combatir las brechas sociales.
En el país, hay cerca de 700 establecimientos comerciales para la población LGBTI que experimentan una situación compleja por el confinamiento, lo que supone inestabilidad para el mercado rosa, pues las medidas de aislamiento pueden derivar en un incremento de casos de discriminación y violencia.
En este momento se habla que la reinvención es necesaria para la supervivencia de las empresas. Sin embargo, ante la vulnerabilidad de una minoría como la LGBTI, más que innovación, es importante que los distintos segmentos de la población unan esfuerzos para mantener comunicación con las instituciones gubernamentales y proteger su economía y sus derechos.
Pensar en el mercado rosa no es solo pensar en ventajas competitivas para las empresas, ni en la prosperidad económica de un país. Es concebir una mejor sociedad, un lugar mejor para vivir en donde la diferencia siempre será bienvenida.
Melissa Orozco Duque
Creadora de Contenido
Globalwork
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